Padre,
a la cuna

no
llegó tu mano.

Yo
fui creciendo

con
el viento y su runrún.

Tengo
las manos tensas,

cerradas,
ausentes.

En
el aire floté

muchas
veces cada día,

salté
por las nubes

buscando
una caricia.

Padre
mío, la tierra

besó
mis plantas

y
las llenó con raíces.

Mis
ojos se comieron

los
besos de un brazo fuerte.

Padre,
la flor nacida

crece ante la luz lejana.

Beatriz Giovanna Ramírez