Ayer en Colombia se celebraba el día o la noche de las velitas, para los que no sabéis qué es este día, es una de las festividades más tradicionales de Colombia, con la que se celebra el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En la noche todas las casas y las plazas de todas partes del país se iluminan con la luz de cientos de velitas de colores y farolitos encendidos. Cuando era niña, la casa de mis abuelos desde el 1 de diciembre ya estaba decorada, el 7 de diciembre nuestra casa se llenaba de muchas luces, de sonrisas y dulces. De ahí, me viene lo entusiasta de la Navidad y del amor en familia, el 1 de diciembre nos vestimos de Navidad por todos los rincones. Ayer les contaba a mis hijos, como de niña disfrutaba de ver a mi alrededor tanta luz, tanta alegría, la música, la comida. Encendimos unas velitas en casa entre risas de mazapán y turrones. Comimos buñuelos, pandebonos, empanadas colombianas. Escuchamos villancicos y mis hijos aliviaron la nostalgia que me invade por estas épocas. Los hijos son como anclas que te recuerdan que el presente también se ilumina, que la luz se enciende para que el amor y esperanza estén en la vida. Ayer me sentí en casa, la tradición es una emoción compartida, es como una luz que se puede encender en cualquier lugar. Ayer encendimos las luces que nos hacen familia.

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Felices Fiestas