ANUNCIO UN NUEVO LIBRO Y COMIENZO LA SEGUNDA FASE DEL LIBRO DE RELATOS: MUJERES CORAJE, HISTORIAS DE AMOR PROPIO.
Yo me he enamorado hasta el tuétano, hasta olvidarme de mí misma por completo. He querido ser y estar para el otro. Soy la de la absoluta entrega. La fiel. La de un solo hombre. He vivido el amor romántico en todas sus presentaciones. He querido ser la mujer de alguien y me he casado, he tenido hijos y he perdonado hasta lo imperdonable. No me arrepiento de mi entrega, quizá era el otro el enfermo y nunca supo valorar lo que tenía conmigo. No pierdo la esperanza de encontrar un amor con el que pueda seguir creciendo y envejecer juntos dándonos amor.
Me gusta la vida en casa, podría ser perfectamente un ángel del hogar. Me gusta dar amor a raudales; pero he tenido que decir ¡BASTA!, cuando la vida me dolía. La violencia tiene muchos rostros y yo he conocido algunos. A mí la violencia me la han dado en pequeñas dosis, hasta borrar mi sonrisa y las ganas de vivir. Tener hijos marca otro ritmo, te levantas no importa cómo, asumes que la vida continúa. Mi pareja me alimentaba con sus silencios, con indiferencia, con burlas crueles por soñar con la utópica poesía, me infantilizaba hasta hacerme creer que era una mujer ridícula y estúpida. Un día ocurrió el milagro, se rompió el hilo invisible, el que yo creía que era eterno, él mató el amor que le sentía; me dijo «que me hiciera Youtuber y me suicidara en directo, solo así podría ser una escritora reconocida y quizá lograra vender algún libro.» Ese día todo se vino abajo, mi alma tocó fondo, supe que tenía que huir; quien te ama no desea tu muerte, y yo era madre de dos niños pequeños, uno de ellos con discapacidad; quien te ama no se burla de ti, a pesar de que tengas un sueño loco y hermoso como el de ser poeta. Me fui. Recogí mi amor y mi dignidad. Sin dinero, sin trabajo, sin nada, sin una madre o un familiar a quien abrazar, recién llegada a un país desconocido y complejo, salí a la calle a buscarme la vida. «Lo único que tengo son mis dos niños», era lo que me repetía y con esto me armé de valor. Conseguí un piso, un trabajo como vendedora de puerta fría y me tragué el dolor, llamé miles y miles de puertas esperando a que me abrieran una, el dolor me estaba matando, pero yo era más dura y no estaba dispuesta a dejarme vencer. Nunca recibí un céntimo, ni un cartón de leche, ni mucho menos un perdón por todo el daño emocional que me dio en esos años. Tampoco pedí nada. No creo que sea consciente de lo malvado que fue conmigo. Nunca le denuncié. Era mi palabra contra la suya. Y mi palabra no valía porque estaba rota y sola. Tampoco quería decirle nada, solo quería desaparecer de su vida. Ya le había dado todo y tenía la obligación de cuidarme y ponerme a salvo por mis hijos.
Era tanto el dolor que sentía que pedí ayuda psicológica, fue lo mejor que pude hacer. El dolor que no se ve, es el que más duele, el que te rompe, estoy rota, muy rota, solo la terapia y llorar y escribir, escribir y llorar, me están sacando a flote.
Cuando alguien me dice que de amor nadie se muere, me dan ganas de presentarme y hacerle ver que está ante una persona ha estado a punto de morir por amor del malo. El amor romántico mata, nos lleva a idealizar personas parásitas que se alimentan de nuestra energía, de nuestra vida hasta dejarnos sin nombre.
Estos años de nueva soltería en España, llegó el feminismo a mi vida y con las gafas violetas, pude ver con claridad que el amor se aprende. Y que lo mío era pura literatura. Así que siempre quise un amor todo exagerado. Un príncipe azul que quisiera matar dragones por mí, un amor eterno, para toda la vida. Lo malo es que me tocaron todas las tragedias, la suerte es que estoy viva para contarlo. El suicidio está descartado por completo, falta mencionarlo para que se me encoja el corazón, el sufrimiento emocional nos lleva a cometer errores contra la vida. He sufrido mucho, pero lo mío es vivir y reconocer que el amor existe y fluye, nos rodea, nos salva y nos protege. Creo en el amor. He aprendido a amarme y a luchar contra el desánimo. Siempre me encuentro con personas que me preguntan si puedo vivir con la poesía y piensan que su pregunta es la leche. La única respuesta que tengo es que no puedo vivir sin la poesía y que gracias a ella me levanto cada día, la poesía es combativa y repara y nos salva del dolor. La poesía es mi mejor amante, es incondicional, sutil y valiente. Creo que es la relación más estable y amorosa que he tenido y será de por vida. La poesía nunca falla, así se piense que no sirve para nada. La poesía me ha dado todo.
En estos años no he podido entablar una relación afectiva, aunque lo he intentado, todas han sido un desastre, no he llegado a sentirme a gusto con nadie, excepto la última relación que no llegó a cuajar. A la más mínima muestra de violencia se acaba todo. Algo se ha roto en mí, aunque estoy sanando, tengo miedo a volver a sentir dolor. Sigo herida y será el tiempo y el cuidado el que me lleven a curarme. No sé si llegaré a sentirme bien nuevamente en pareja. He aprendido a vivir y ser feliz sola.
El año pasado experimenté un amor diferente y único, nunca había sentido nada igual, era un hombre imperfecto, vi toda su humanidad y sus dolores, no lo idealicé como a los otros, con sus defectos y virtudes lo veía bello; quería darme una oportunidad a su lado, pero yo no le convencía. ¿Qué le voy a hacer? Supongo, que me vio muy rota y siguió su camino, aunque me despertó el amor literario, con él no paré de escribir, tuvimos una relación sin categoría “éramos NADA, no tuvimos NADA”. Con este hombre escribí, un libro nuevo, sobre otra clase de amor que nace de aceptar al otro en su diferencia, en el respeto mutuo. Disfruté de este amor virtual, amor, al fin y al cabo, que sin tocarme me devolvió ese hilo de esperanza, escribí tanto, su amor fue una conexión directa con lo hermoso, con el lenguaje y quería nombrarlo, con él se ha roto el paradigma, veo que sí puedo volver a ilusionarme y amar, he vuelto a escribir sobre el amor. Espero que mi amor lo hubiese tocado de alguna forma y también le haya servido, fue muy especial para mí, es un hombre extraordinario y le deseo suerte.
Con este post, anuncio que tengo un nuevo libro sobre el amor como motor del cambio, más adelante daré información sobre cuándo estará disponible y en qué formatos. Ojalá, amáramos más, pero desde la aceptación, el respeto, el dar, desde la diferencia, la comprensión y la entrega absoluta (¿por qué no?), sin perdernos a nosotros mismos.
El domingo, 30 de junio de 2019, se cierra plazo de la entrega de testimonios reales, de mujeres reales, que como yo se han elegido a sí mismas. El amor ni duele ni mata. Inicio la segunda fase de esta nueva aventura literaria, “Mujeres corajes. Historias de amor propio”. Este libro de relatos será escrito de todo corazón porque cada mujer que me ha contado su historia de superación del amor romántico tiene como yo, la suerte de una vida llena de milagros, estamos vivas, hemos recuperado nuestro poder y estamos sanando. He recibido varias historias escritas en mi correo electrónico ramirezbeatrizgiovanna@gmail.com; también audios a través de Messenger y WhatsApp, todavía estás a tiempo de contarme tu historia, escríbeme. Con todas estas mujeres me identifico, hemos creído en un cuento de hadas y nos ha tocado despertar, cuando se dispararon todas las alarmas, tuvimos que salvarnos solas, recoger los restos de nuestro corazón y empezar a amarnos sin condiciones. Tuvimos que pedir ayuda y rodearnos de personas buenas para fortalecernos y no dar un paso atrás. ¡Queridas amigas: Gracias por contarme vuestras historias de amor propio y romper el silencio! ¡Queridos amigos: gracias por llevar mi voz a otros lugares y ayudarme a difundir, por hablar de mi proyecto sobre el amor propio! Ahora s abéis un poco más de mí. Solo el amor propio es el que nos empodera y nos libra de la muerte. Unos besos y abrazos . ¡Seguimos!