Foto Olaf  Speier

“La captación del ser de la imagen en la misma brevedad efímera de su ontología” 

“El exceso de espacio nos asfixia mucho más que su escasez”. Gastón Bachelard 

 Construir el vacío

en la imagen sonora 

 Sangre 

 soledad cruda 

desazón

hastío

lágrima

saliva

sudor

vulva que engulle

esperma

pestilente brisa

 Poder

incluso

llegar a

comer su corazón

 servido 

en una bandeja rebosada 

con hojas plásticas

iluminadas tenues y grises

 Sentir el desgarro del hombre 

praxis vital que sacude 

 Conmueve… 

 No hay engaños 

ni fábulas de amor 

ni pétalos

ni arrullos 

sólo una voz de

un hombre

y sus voces

 que van rugiendo a 

ese dios de la amargura 

que sólo llena de miseria

Beatriz Giovanna Ramírez

 

Juan Secaira (Quito) Poeta, narrador y ensayista. Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, trabaja como editor, profesor y articulista. Ha publicado un texto de redacción, 2005; el libro Obsesiones urbanas, ensayo crítico sobre la obra narrativa de Humberto Salvador, editorial El tábano, 2007, y el poemario Construcción del vacío, editorial Sarasvati, 2009, Nueva York, mención especial del premio de poesía Ángel Miguel Pozanco 2008 (España).

 Poemas selectos

Y JAMÁS SEREMOS UNO

La soledad absoluta

es vivir contigo

y sentir que jamás seremos uno

trinar silencioso de pájaros cansados

rugido ausente abandonado en el sereno

grito estéril en la flema del hogar.

Diálogo, jamás

solo ruptura, guerra y trincheras

como lobos hambrientos

asistimos a un día más

de la farsa rubricada y notariada.

La soledad más cruda

tener a alguien al lado

 y no sentir ni su hálito

ni pétalos ni arrullos,

únicamente la brisa pestilente

que corta nuestros rostros

ateridos ante tanta ausencia

en compañía.

BAILO SIN VOLUNTAD

Mientras me restriego en la imagen de tu vientre

como una mosca atrapada in fraganti en el calor

de algún ventanal.

Tú devoraste, como fiera loba de mar, un tajo de mis días,

inútil ignorarlo, peor intentar borrarlo de un solo envión.

Tragaluz de lo inconcreto, estás, aún sin estar

como la saliva, como el sudor, como la violencia diaria.

¿Para qué buscarte?, ¿para qué olvidarte?

si una voz crepuscular me dice que tú mueves los hilos

de este estrambótico baile

tan ululante y vacío como la absurda penitencia de Sísifo,

solo que la piedra soy yo.

OLVIDO

La hoja cayó del árbol,

tenue, plástica, única,

a la silente hierba.

Tal como tu vida se posó en la mía.

A ambas se las llevó el viento.