Hay algo que nos acerca, nos impulsa, nos conmueve, nos llena de vértigo y de vida. Hay saltos al vacío que damos sin dudar. Así llegué a Bulgaria: abierta a vivir intensamente, a sumergirme en su cultura y a disfrutar de cada instante.

Colombiana en el extranjero

Tengo que reconocer que detesto a los aeropuertos y lo paso realmente mal con tanto azote de preguntas que me hacen:
-¿Por qué viaja a este país?
-¿A qué viene?
-¿Cuándo se va?
Y otras más…
-¿Trae algo en su mochila?
-¿Quiere declarar algo?
Mi última declaración fue que traía en la mochila agua mineral; por supuesto, la botella se quedó en un contenedor…
Amo a mi país y me siento orgullosa de ser colombiana; pero odio profundamente, el trato que nos dan, el estigma. Parece que ser colombiano es una señal de alerta que se activa en los aeropuertos… Hace poco leía que las cosas han cambiado… ¿De verdad?
Peligro, peligro, alerta máxima: colombiana en el extranjero.
Lo cierto es que pasé por varios aeropuertos: Valencia, París, Sofía, Roma y nuevamente Valencia. Lo mejor de todo: es que después de padecerlos, siempre es bueno llegar.
Y llegué…
 
Continuará