Les comparto uno de los discursos que hice y leí en la VIII Maratón de lectura en la ciudad de Stara Zagora, Bulgaria.
¡Buenas tardes!
Me declaro feliz de poder estar hoy en Stara Zagora, con todos ustedes, presenciando la presentación de mi libro “Un montón de espejos rotos”, traducido al búlgaro por la poeta Violeta Boncheva.
He realizado este viaje a Bulgaria, para vivir un momento hermoso y poético, del que, por supuesto, estoy muy agradecida con Violeta, por haberme traducido. Es un día memorable y mágico.
Coincido con la afirmación de Borges en el prólogo de El oro de los tigres: “Para un verdadero poeta, cada momento de la vida, cada hecho, debería ser poético, ya que profundamente lo es”.
“La traducción es el acto más intimo con la lectura” (Spivak,1991), es por ello, que Violeta, me decía hace un par de semanas que sentía “Un montón de espejos rotos”, como suyo; y así lo creo: leer mis microficciones, ha sido bajo el dominio de un entusiasmo fervoroso, que impone la traducción: leer en el texto original un sentido, un ritmo, un modo de saber y (re)escribirlo, representándolo como un mundo en otro. Traducir los microrrelatos debió ser una tarea comprometida, ardua y creativa. Cito nuevamente a Borges: “Un idioma es una tradición, un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos”.
Cuando Violeta me entregó el manuscrito traducido al búlgaro, me embargó una profunda emoción. Decía: aquí está mi obra escrita en búlgaro y observaba cada forma de las letras del alfabeto cirílico y me maravillaba, por supuesto, no entendía nada, pero sentía que era mio.
Era la magia del encuentro…
Tan lejos pero tan cerca …
Me sentía más cerca de Violeta, de Bulgaria, de Stara Zagora; así lo veía y así lo sigo viendo: se traduce para llegar al otro, para acercarlo, porque se desea que venga, y hoy estoy aquí, cerca de todos, en esta ciudad tan hermosa.
Es Violeta la mujer que por su devoción a la literatura latinoamericana, me ha permitido venir desde tan lejos; es ella, la que impulsa la cultura y la lengua búlgara, al traducir a una autora, como yo, tan joven y tan desconocida, a una escritora colombiana.
‘Un montón de espejos rotos’, es un libro escrito con sencillez y mucho juego; soy poeta y mi libro de microrrelatos, está lleno de recursos que deja entrever mi oficio, esto, quizá, me ha dado cierta licencia, del que ha jugado con el lenguaje y reescrito durante muchos años, y desde múltiples puntos de vista.
Es un libro que merece una lectura reposada, sin prisas. Cuando lo escribí, tenía un maestro, el mejor, que con su ejemplo, me hizo creer que podía escribir largas historias en breves líneas. Desde aquí, Salvador Robles, muchas gracias. La narrativa es un camino y la poesía, fiel amiga, me acompaña.
Luis Artigue y Antonio Arroyo Silva en sus hermosísimos prólogos, introducen al lector a avanzar,  detenerse,  cuestionarse y  reflexionar… Son dos poderosas lecturas, que les invito valorar. También, les invito a conocer a éstos grandes autores, que sin duda, están presentes en mi libro no por azar, siento por ellos una profunda admiración y cariño. Sus obras no pasarán desapercibidas en la literatura española.
‘Un montón de espejos rotos’ ha cruzado la barrera idiomática: del búlgaro por Violeta Boncheva, del catalán por la poeta valenciana Amparo Solbes. La traducción al catalán de Amparo, la viví más de cerca por ser mi amiga, por el idioma y por estar presente en las lecturas del amigo Rafel Frau, el poeta Joan-carles Ortega y la revisión final del escritor Enric Balaguer. Hoy, están publicadas 3 ediciones preciosas, editadas por el artista Fernando Prats, dos de ellas al búlgaro (castellano/búlgaro y búlgaro), otra al catalán.
También, decir que tiene otras traducciones significativas, para mí, varios microrrelatos han sido traducidos al rumano por el escritor y poeta Daniel Dragomirescu, en la revista rumana intercultural Contemporary Literary Horizon Magazine. Daniel, es un escritor y traductor comprometido con la cultura. Y así ha llevado mis microrrelatos y poemas a muchos lugares del mundo.
Tengo algún microrrelato traducido al inglés por Alicia Pallas en «Y sin embargo Magazine». Y otro al italiano por Rosetta Savelli.
Termino agradeciendo su asistencia y citando dos poetas:
Mario Benedetti “Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.”
y a Jorge Luis Borges
“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.”
¡Muchas gracias!
Beatriz Giovanna Ramírez