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Llevo una década y unos años de mi mano, fuera de Colombia. 
Llevo en la garganta, la música que habla de la tierra en la que nací y la tierra en la que estoy, se instala en mis cuerdas vocales.

Llevo en mis caderas, en mis hombros, en mi pelo, en mi piel, 
la magia del mestizaje, que me hacen negra, blanca e indígena.

En mí se evidencia la multiplicidad étnica, un tesoro singular, 
tres culturas especiales, soy colombiana, me siento española, 
soy esa mezcla que habla de descubrimiento, lucha, resistencia y dignidad.

Mi acento refleja territorio, el suelo bogotano, 
la tierra que piso ahora, mi hogar, el barrio en el que crecí, el colegio y las universidades en las que estudié, 
el casco antiguo del pueblo en el que vivo.

El acento es un accidente geográfico que lleva tierra y vida por donde se mire. 
Los años sirven para perder el miedo y la vergüenza.

Ya no me molestan las críticas sobre mi acento 
y los usos que hago del idioma castellano.

Parece que por ser colombiana no puedo conjugar verbos, 
ni jugar con la gramática, ni hablar como quiero.

El problema que tienen algunas personas radica, en que no pueden comprender, que el idioma es una nación sin fronteras.

Estoy harta de los muros lingüísticos, de las palabras cargadas de odio, de racismo, de intolerancia y de violencia.

Soy lingüista, literata, amo mi lengua materna, mi casa, mis raíces y hablo y escribo como quiero.

El idioma es una casa abierta y la poesía el mejor lugar para jugar con el lenguaje y ser libre.

Me gusta ser, esta mezcla extraña que soy hoy. 
Me gusta escuchar cumbia, vallenato, joropo, en una ciudad como Alicante.

Me gusta la gente que sabe construir patria rompiendo los estereotipos de narcotráfico, corrupción y violencia.

Me gusta esa gente patriota que por orgullo hablan bien de su país con sus acciones y actúan con dignidad y respeto.

Me gusta encontrarme con personas que como yo, han tenido que aprender a vivir fuera de su país, han desterrado ese patriotismo infecundo, que nos aleja de la humanidad. 
No concibo una patria que desprecié al diferente y al huérfano.

Esa Colombia diversa, es la que me gusta.
La auténtica y hermosa Colombia que llevamos dentro, esa mezcla de culturas que a nadie deja indiferente.

Me gusta como suena la cumbia en “la terreta” que cuida mis pasos llamándome hija.

Beatriz Giovanna Ramírez

Agradecimientos a @GloriaGarciaPhotographies y Daniel Lopera Alzate por estas fotografías tan lindas.